Textos de San Máximo El Confesor
Centurias sobre la Caridad
cuarta centuria
1
El nous se admira, primeramente,
considerando la absoluta infinitud divina y aquel mar ilimitado y ardientemente
deseado. En segundo lugar, es estremecido por cómo condujo de la nada a la
existencia a las creaturas. Pero como su magnificencia no tiene límite[1],
así es impenetrable su sabiduría.
2
¿Cómo no se maravilla contemplando aquel inmenso y
extraordinario mar de bondad? o, ¿Cómo no sale de sí considerando cómo y de
dónde vienen la sustancia racional e intelectual y los cuatro elementos, de los
cuales son los cuerpos, no preexistiendo materia alguna a su creación?
¿Cuál es además, aquella potencia que, pasando al acto, llevó estas cosas al
ser?. Pero los discípulos de los Griegos no admiten esto, ignorando la bondad
omnipotente y su activa e impenetrable sabiduría y ciencia.
3
Dios, existiendo como creador desde la eternidad,
cuando quiere crea con el Verbo consustancial y con el Espíritu por infinita
bondad. Y no digas: ¿Por qué razón ha creado ahora, siendo Él siempre bueno?
Porque, te respondo, la sabiduría inescrutable de la sustancia infinita no cae
bajo el conocimiento humano.
4
El Creador, cuando quiso, dio sustancia y
existencia al conocimiento de los seres eternamente preexistente en Él. Es
absurdo dudar de Dios omnipotente, si Él puede hacer subsistir cualquier cosa,
cuando lo quiere.
5
Busca por
qué causa Dios ha creado; ésta es, pues, el conocimiento. No busquéis, en
cambio, cómo y por qué Él ha creado. No cae bajo tu mente; porque de las cosas
divinas algunas son comprensibles, otras incomprensibles a los hombres. Una
contemplación sin freno podría arrojar en un precipicio, como dice uno de los
santos.
6
Algunos dicen que las creaturas coexisten desde la
eternidad con Dios, lo cual es imposible. ¿Cómo pueden coexistir desde la
eternidad con Aquel que es absolutamente infinito aquellas cosas que son bajo
todo aspecto finitas? ¿Y cómo pueden ser realmente creaturas, si son coeternas
con el Creador? Pero éste es el discurso de los griegos, los cuales admiten a
Dios como creador solamente de la cualidad, pero de ningún modo de la
sustancia. Nosotros, en cambio, habiendo conocido al Dios omnipotente,
afirmamos que Él es creador no de cualidad, sino de sustancias dotadas de
cualidad. Si esto es así, las creaturas no coexisten con Dios desde la eternidad.
7
La divinidad, y las cosas divinas, son según cierto
aspecto, cognoscibles; según otro, incognoscibles; cognoscibles, en las
contemplaciones respecto a sus atributos; incognoscibles, en las prerrogativas
de su sustancia.
8
No busques modos y propiedades en la sustancia
simple e infinita de la santa Trinidad, para no hacerla compuesta como las
creaturas; lo cual es absurdo e impío pensar acerca de Dios.
9
Única sustancia, simple, uniforme, sin cualidad,
pacífica e inmutable es la sustancia infinita, omnipotente y creadora de todas
las cosas. Toda creatura, en cambio, es compuesta de sustancia y accidente, y
necesitada siempre de la divina providencia, en cuanto no es libre de cambio.
10
Toda la sustancia intelectual y sensible, llevada
al ser por Dios, recibió potencias para percibir los seres: la sustancia
intelectual, los pensamientos; la sensible, las sensaciones.
11
Dios es solamente participado; la creatura, en
cambio, participa y comunica: participa del ser y del ser-bueno, y
comunica solamente el ser-bueno; pero de un modo la sustancia
corpórea y de otro la incorpórea.
12
La sustancia incorpórea comunica el ser-bueno sea
hablando sea obrando sea siendo contemplada; la corpórea, sólo siendo
contemplada.
13
El ser-siempre y el no-ser de la
sustancia racional e intelectual está en la voluntad de Aquel que creó todos
los bienes; el ser aquella buena o mala, en cambio, según la elección, está en
la voluntad de las creaturas.
14
El mal no es contemplado en torno a la sustancia de
las creaturas, sino en torno al movimiento
errado e irracional.
15
El alma se mueve rectamente cuando su parte
concupiscible se distingue por el dominio de sí; la parte irascible, expulsado
el odio, persevera en la caridad; la parte racional es conducida hacia Dios mediante
la oración y la contemplación espiritual.
16
No tiene aún la caridad perfecta ni el conocimiento
profundo de la providencia divina, el que en tiempo de tentación no soporta las
adversidades que le acaecen, sino que separándose de la caridad de los hermanos
espirituales.
17
Objetivo de la providencia divina es unificar
mediante la fe recta y la caridad espiritual a aquellos que han sido divididos
por el mal en diversos modos; por esto ha sufrido el Salvador, para
reconducir a la unidad a los hijos dispersos de Dios[2].
Quien no tolera los fastidios ni soporta la adversidad ni resiste a las
aflicciones, camina fuera de la caridad y del objetivo de la providencia.
18
Si la caridad es longánima y benigna[3],
el que es pusilánime en las aflicciones que le acaecen y por esto llega a ser
malo hacia aquellos que lo afligen y se separa del amor a ellos, ¿cómo no se va
a alejar del objetivo de la providencia divina?
19
Presta atención a ti mismo, para que el mal que te
separa del hermano no venga a encontrarse no en el hermano, sino en ti; y
empéñate en reconciliarte con él, para que no te apartes del mandamiento de la
caridad.
20
No desprecies el mandamiento de la caridad, para
que por medio de él serás hijo de Dios; transgrediéndolo, serás hallado hijo de
la gehena.
21
Las cosas que separan de la caridad a los amigos
son estas: envidiar o ser envidiado, dañar o ser dañado, despreciar o ser
despreciado y los pensamientos que nacen de la sospecha. Ojalá no hayas hecho
ni sufrido ninguna de estas cosas, y por ello no estés separado de la caridad
por el amigo.
22
Te ha acontecido una tentación de parte del hermano
y la tristeza te condujo al odio; no seas vencido por el odio, sino que vence
en la caridad[4]al
odio. Vencerás de este modo: orando sinceramente a Dios por él, aceptando su
justificación o buscando tú mismo cautivarlo con ésta, y considerándote a ti mismo como causa de la tentación y siendo paciente
hasta que la nube pase.
23
Es paciente quien espera el fin de la tentación y
aguarda la gloria de la perseverancia.
24
Hombre paciente, grande en prudencia[5],
porque soporta hasta el fin todo lo que le acontece y, esperando, resiste las
adversidades. Y el fin es la vida eterna[6],
según el divino Apóstol; ésta es la vida eterna, que Te conozcan
a Ti, el único Dios verdadero y a quien enviaste, Jesucristo[7].
25
No consientas fácilmente a la pérdida de la caridad
espiritual, porque no ha sido dejado a los hombres otro camino de salvación.
[1] Sal 144, 3.
[2]Jn 11, 52.
[3] 1 Co 13, 4.
[4] Cf. Rm 12, 21.
[5] Pr 14, 29.
[6] Rm 6, 22.
[7]Jn 17, 3.
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