Textos
de San Máximo El Confesor
Extraídos
de "Obras Espirituales de San Máximo El Confesor" Editorial Ciudad Nueva- Biblioteca de
Patrística.
Centurias sobre la Caridad
Segunda Centuria
76
De
los accidentes que modifican las cosas algunos son propios de las cosas del
alma, otros de aquellas del cuerpo, otras de aquellas en torno al cuerpo; de
aquellas del alma, como conocimiento e ignorancia, olvido y memoria, amor y
odio, temor y coraje, tristeza y alegría, etc.; de aquellas del cuerpo, como
placer y dolor, sensibilidad e insensibilidad, salud y enfermedad, vida y
muerte, y otras semejantes; de aquellas entorno al cuerpo, como fecundidad y
esterilidad, riqueza y pobreza, gloria y deshonra, etc. De estos accidentes
algunos son tenidos por los hombres como buenos y otros como malos, aun no
siendo ninguno de ellos malo en sí; sin embargo son encontrados verdaderamente
buenos o malos por su uso.
77
El
conocimiento es bueno por naturaleza, como también la salud; pero sus opuestos
les sirvieron a muchos exactamente como éstos. A los viciosos el conocimiento
no les viene para bien, aún cuando sea un bien por naturaleza, como se ha
dicho; así tampoco la salud ni la riqueza ni la alegría, porque no usan de
ellos convenientemente. Por esto, a ellos les conviene lo opuesto, no siendo
aquellos malos en sí, aún si parecen serlo.
78
No
abuses con los pensamientos para no abusar luego necesariamente también de las
cosas. Si alguno no pecase antes con el pensamiento, no pecaría luego de obra.
79
Imagen
del hombre terrestre son los vicios capitales: insensatez, vileza, intemperancia,
injusticia; imagen del hombre celeste, las virtudes cardinales: prudencia,
fortaleza, templanza, justicia. Pero como llevamos la imagen del hombre
terrestre, llevaremos también la imagen del hombre celeste[1].
80
Si
quieres encontrar el camino que conduce a la vida, búscalo en el camino -y allí
lo encontrarás- que dice: Yo soy el camino, la verdad y la vida[2]. Pero búscalo intensamente y con esfuerzo, porque son
pocos los que lo encuentran[3], para que no seas excluido de los pocos, y hallado entre los
muchos.
81
Por
estos cinco motivos el alma se abstiene de los pecados: o por temor a los
hombres o por temor al juicio o por la recompensa futura o por el amor a Dios
o, finalmente, por el remordimiento de la conciencia.
82
Algunos
dicen que no estaría el mal en los seres si no hubiera otra potencia que
nos arrastrara a ello; y ésta no es otra que la negligencia de las operaciones
naturales del nous. Por eso aquellos que cuidan de él, hacen siempre el
bien y nunca el mal. Si también tú quieres, aleja le negligencia y con ella al
vicio, que es el uso equivocado de las ideas, al cual sigue el abuso de las
cosas.
83
Es
propio de nuestra parte racional sea estar sujeto al Verbo divino, sea comandar
nuestra parte irracional: mientras este orden sea respetado en todas las cosas
ni el mal estará en los seres ni se encontrará lo que conduce a ello.
84
De
los pensamientos algunos son simples y otros compuestos. Son simples aquellos
sin pasión; compuestos aquellos pasionales, estando formados de pasiones y
representaciones. Estando así las cosas, se pueden ver muchos pensamientos
simples que siguen a los compuestos, cuando comienzan a ser movidos al pecado
de pensamiento. Así, por ejemplo, a propósito del dinero: a la memoria de uno
se presentó un pensamiento pasional en torno al dinero y lo movió con
el nous a robar y consumó el pecado en el nous. Al recuerdo del
dinero siguieron también el recuerdo de la bolsa, del cofre, del cuarto y del
resto. Mientras el recuerdo del dinero era un pensamiento compuesto, porque
implicaba la pasión, aquel de la bolsa, del cofre, del cuarto y del resto era
simple: el nous no tenía pasión respecto a estas cosas, y para todo
otro pensamiento se trata de la misma cosa, para la vanagloria y para la mujer,
etc. No todos los pensamientos que siguen a aquel pasional son pasionales
también ellos, como lo ha demostrado el discurso. De eso podemos conocer cuáles
son los pensamientos pasionales y cuáles los simples.
85
Algunos
dicen que los demonios, tocando durante el sueño a las partes escondidas del
cuerpo, excitan las pasiones de la fornicación; entonces, excitada la pasión,
lleva al nous la forma de la mujer mediante la memoria. Otros, en
cambio, dicen que aparecen al nous bajo el aspecto de mujer y,
acercándose a las partes escondidas del cuerpo, mueven el deseo y así nacen las
imaginaciones. Otros, pues, dicen que la pasión predominante en el demonio que
se aproxima excita la pasión y así el alma se vuelve a los pensamientos,
llevando las formas por medio de la memoria; y así para las otras imaginaciones
pasionales algunos dicen que sucede en este modo, otros en este otro. Pero en
ninguna de las predichas situaciones los demonios tienen el poder de excitar
cualquier pasión, ni cuando el cuerpo está despierto ni durante el sueño, si
están en el alma la caridad y el dominio de sí.
86
Es
necesario que algunos mandamientos de la ley se observen a la letra y en
espíritu, otros, en cambio, sólo en espíritu. Por ejemplo los
mandamientos: No cometerás adulterio, no matarás, no robarás[4] y otros semejantes, es necesario observarlos a la letra y
en espíritu; en espíritu en tres modos. En cambio el circuncidarse, el observar
el sábado, el inmolar el cordero y el comerlo con ácimos y hierbas amargas y
otros semejantes, sólo en espíritu[5].
87
Tres
son en general las condiciones morales que se piden a los monjes: la primera,
no pecar de obra en nada; la segunda, no entretenerse en el alma con los
pensamientos pasionales; la tercera, contemplar con el pensamiento
imperturbablemente las formas de las mujeres y de quienes le han ofendido.
88
Pobre es aquel que ha
renunciado a todos los bienes que tenía y no posee más nada en la tierra, salvo
el cuerpo; y, rota también la relación con éste, confió a Dios y a los hombres
piadosos el cuidado de sí.
89
De aquellos que
poseen, algunos poseen sin pasión, por eso si son privados de sus cosas no se
entristecen, como aquellos que acogieron con gozo el robo de sus bienes. Otros,
en cambio, poseen con pasión, por eso estando por ser privados, se afligen,
como el rico del Evangelio, que se marchó triste[6]; si son además efectivamente privados, se entristecen hasta la
muerte. La privación revela, pues, la disposición de quien no tiene pasión y de
quien, en cambio, la tiene.
90
Los demonios combaten
a aquellos que han llegado a la cumbre de la oración, para que no reciban
simples las ideas de las cosas sensibles; a los contemplativos[7], para que entretengan en ellos los pensamientos pasionales; a
aquellos que luchan en la vida activa, para inducirlos a pecar de obra; en
suma, luchan en todo modo contra todos, para separar, malvados como son, a los
hombres de Dios.
91
Los que en esta vida
se ejercitan en la piedad bajo la guía de la providencia divina, son probados
mediante estas tres tentaciones: o con el don de cosas agradables, como salud,
belleza, fecundidad, riquezas, gloria, o cosas semejantes; o con el
advenimiento de cosas dolorosas, como la privación de hijos, de riquezas o de
gloria: o con aquellas cosas que hacen sufrir al cuerpo, como las enfermedades,
los tormentos y cosas similares. Y a los primeros dice el Señor: Si alguno
no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo[8]; a los segundos y terceros: Con vuestra paciencia
ganaréis vuestras almas[9].
92
Dicen que estas cuatro
cosas modifican la condición del cuerpo y dan al nous, por medio de ella,
pensamientos, sea pasionales sea sin pasión: los ángeles, los demonios, el
clima, el tenor de vida. Y dicen que los ángeles la cambian con la razón; los
demonios, con el tacto; el clima, con sus variaciones; el tenor de vida, con la
cualidad de los alimentos y de las bebidas y con su exceso o defecto, además de
las modificaciones que advienen al alma a través de la memoria, el oído y la
vista, padeciendo en primer lugar por los dolores o las alegrías que se le
presentan. Entonces el alma, padeciendo estas cosas, modifica las condiciones
del cuerpo y ésta, modificada luego por las cosas predichas, lleva
al nous los pensamientos.
93
Muerte es,
propiamente, la separación de Dios; aguijón de la muerte, el pecado[10], y recibiendo a éste, Adán fue expulsado al mismo tiempo del
árbol de la vida, del paraíso y de Dios; a esto siguió necesariamente también
la muerte del cuerpo. En cambio, vida es, propiamente, Aquel que dice: Yo
soy la vida[11]; y muriendo éste, condujo de nuevo a la vida a aquel que
estaba muerto.
94
La palabra escrita se
escribe o para recuerdo propio o para provecho de otros o también por ambos
motivos o para daño de algunos o por ostentación o por necesidad.
95
Lugar de
hierbas es la virtud activa; agua de reposo[12], el conocimiento de los seres.
96
Sombra de
muerte es la vida humana; pero si uno está con Dios y Dios está con él,
ese puede decir claramente: Aún si camino en medio de sombra de muerte, no
temeré los males, porque tú estás conmigo[13].
97
Un nous puro
mira rectamente a las cosas; una palabra desnuda pone bajo la vista las cosas
observadas; un oído claro las recibe. Pero quien está privado de las tres
facultades maldice a quien ha hablado.
98
Está con Dios quien
conoce la santa Trinidad y sus obras creadoras y providentes y ha vuelto inmune
de pasiones la parte del alma susceptible a ellas.
99
Dicen que la vara
significa el juicio de Dios, el bastón su providencia. Es propio, pues, de
quien ha obtenido el conocimiento de estas cosas decir: Tu vara y tu
bastón me han consolado[14].
100
Cuando
el nous es despojado de las pasiones y es iluminado por la
contemplación de los seres, entonces puede estar también en Dios y orar como es
debido.
Notas:
[1]1 Co 15, 29
[2]Jn 14, 6.
[3] Mt 7, 14.
[4] Ex 20, 13-15.
[5] Cf. Gn 17, 10; Ex 31, 13; 12, 6-8.
[6] Mt 19, 32.
[7] gnósticos
[8]Cf. Lc 14, 33.
[9] Lc 21, 19.
[10] 1 Co 15, 56.
[11] Jn 14, 6.
[12] Sal 22, 2.
[13] Sal 22, 4.
[14] Sal 22, 4.
Continuará.
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