TIEMPO DE ADVIENTO
Segundo Domingo de Adviento. Ciclo C: Lc 3,1-6.
Comentario extraído de "CATENA AUERA" de Sto. Tomás de Aquino.
Comentario extraído de "CATENA AUERA" de Sto. Tomás de Aquino.
El año décimoquinto del imperio de Tiberio César, gobernando Poncio
Pilato la Judea, siendo Herodes tetrarca de la Galilea, y su hermano Filipo
tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconítida, y Lisanias tetrarca de
Abilene, hallándose Sumos Sacerdotes Anás y Caifás, el Señor hizo entender su
palabra a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. (vv. 1-2)
San
Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20
Se
designa el tiempo en que el precursor de nuestro Redentor recibió la misión
de predicar el Divino Verbo, haciendo mención del jefe de la República de
Roma y de los reyes de Judea, cuando se dice: "El año décimo quinto de
Tiberio César, gobernando Judea Poncio Pilatos, siendo Herodes tetrarca de
Galilea", etc. Como venía para anunciar a Aquel que había de redimir a
muchos, tanto de entre los judíos como entre los gentiles, se señala el
tiempo de su predicación con el nombre del rey de las naciones y de los
príncipes de los judíos. Pero como que los gentiles habían de ser reunidos,
se dice que gobernaba uno solo la República romana con estas palabras:
"Del imperio de Tiberio César".
Griego
Muerto
el monarca Augusto, de quien los príncipes tomaron el nombre de Augusto, le
sucedió Tiberio en el gobierno de la monarquía, y se encontraba en el año
décimoquinto de su gobierno.
Orígenes, in
Lucam, 21
Y en
las profecías anunciadas sólo a los judíos se describe únicamente el reino de
ellos. "La visión, dice, de Isaías en tiempo de Osías, Joatán, Achám y
Ezequías, reyes de Judá" (Is 1,1). Pero en el Evangelio, que debía
predicarse a todo el mundo, se hace mención del dominio de Tiberio César, que
era quien mandaba en todo el orbe. Porque si hubieran de salvarse solamente
los que eran gentiles, era lo suficiente el haber hecho mención de solo
Tiberio. Pero como convenía que los judíos creyesen, era preciso describir
también los reinos de los judíos, o sea las tetrarquías, como se expresa en
las palabras siguientes: "Gobernando Poncio Pilatos la Judea, siendo
Herodes tetrarca", etc.
San
Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20
Como
Judea debía ser disuelta por su perfidia, eran muchos los que gobernaban las
distintas regiones en que se había dividido, conforme a la siguiente
sentencia (Lc 11,17): "Todo reino dividido en partidos contrarios
quedará destruido".
Beda
Pilatos,
enviado el año duodécimo del imperio de Tiberio César a Judea, se encargó del
gobierno del pueblo, y allí permaneció por espacio de diez años continuos
hasta casi el fin de Tiberio. Herodes, Filipo y Lisanias, eran hijos de aquel
Herodes en cuyo tiempo nació el Señor, entre los que se encontraba el mismo
Herodes Arquelao, hermano de éstos, que reinó diez años, y que, acusado por
los judíos ante Augusto, fue desterrado a Viena, en donde murió. Este mismo
Augusto fue el que dividió el reino de Judea en tetrarquías para hacerlo
menos fuerte.
San
Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20
Como
San Juan anunciaba al que había de ser a la vez Rey y Sacerdote, el
evangelista San Lucas señaló el tiempo en que predicó, no sólo con los
nombres de los reyes, sino con el de los sacerdotes. Dice, pues:
"Hallándose Sumos sacerdotes Anás y Caifás".
Beda
Los dos
(esto es, Anás y Caifás) eran príncipes de los sacerdotes, cuando San Juan
empezó su predicación, pero Anás ejerció en aquel año, y Caifás, cuando fue
crucificado Nuestro Señor. En medio del pontificado de estos, hubo otros tres
sumos sacerdotes, pero el evangelista sólo hace mención de los que mandaban
en el tiempo de la pasión del Señor. Suspendidos los preceptos de la ley, no
se concedía el honor del pontificado al mérito ni a la clase, confiriéndose
el sumo sacerdocio por la potestad romana. Refiere Josefo, que Valerio Grato
nombró pontífice a Ismael, hijo de Bafo (cuando se le quitó el sumo
sacerdocio a Anás), pero que también a éste se le quitó poco después,
nombrando en su lugar a Eleázaro, hijo del pontífice Ananías. Un año después,
separándolo del cargo, nombró para que le sucediese a un tal Simón, hijo de
Caifás, quien lo desempeñó no más de un año, teniendo por sucesor a Josefo,
(a quien también se le da el nombre de Caifás). Y así se describe todo el
tiempo en que Nuestro Señor Jesucristo estuvo predicando, o sea el periodo de
cuatro años.
San
Ambrosio
Antes
de congregar a la Iglesia, obra el Hijo de Dios en su siervo, y por ello se
dice oportunamente: "El Señor hizo entender su palabra a Juan",
etc. Con el objeto de que la Iglesia no empezase por un hombre, sino por el
mismo Divino Verbo. Con toda oportunidad lo compendia así San Lucas, para
expresar que Juan era profeta diciendo: "El Señor hizo entender su
palabra a Juan", sin añadir ni una palabra más, porque el que está lleno
de la palabra de Dios, no necesita de su propio juicio. De este modo, con una
sola palabra lo declaró todo. Pero San Mateo y San Marcos quisieron señalar
al profeta por el vestido, por el ceñidor y por el alimento.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 10
Se dice
aquí que fue enviado el Verbo de Dios, porque el hijo de Zacarías no vino por
su voluntad, sino movido por Dios.
Teofilacto
San
Juan estuvo oculto en el desierto todo el tiempo que precedió a su
manifestación, que es por lo que dice: "en el desierto", para que
los hombres no tuviesen ninguna clase de sospecha, de que si atestiguaba
tales cosas de Cristo, era a causa de su parentesco, o de una amistad
contraída desde sus más tiernos años; y esto lo atestigua él mismo diciendo (Jn 1,31):
"Yo no le conocía".
San
Gregorio Niceno, de Virginitate, 6
El que
había venido a la vida en el espíritu y la virtud de Elías, estaba separado
del trato de los hombres, y entregado a la contemplación de las cosas
invisibles, para no acostumbrarse a los engaños de este mundo, que entran por
los sentidos, y de este modo evitar incurrir en alguna confusión o error, respecto
del conocimiento del varón bueno, a quien él precedía. Y por tanto, fue
elevado a tal altura de gracias divinas, que mereció de ellas más que los
profetas; porque limpio y exento de toda pasión natural, desde el principio
hasta el fin, se consagró a la contemplación divina.
San
Ambrosio
El
desierto es también la misma Iglesia, porque ya son muchos más los hijos de
la que había sido desechada, que de aquélla que tenía marido (Is 54,1).
Y ahora ha venido el Verbo divino para que la tierra, que antes estaba
desierta, produzca frutos para nosotros.
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Y vino por toda la ribera del Jordán, predicando un bautismo de
penitencia, para remisión de los pecados, como está escrito en el libro de
las palabras del profeta Isaías: Voz del que clama en el desierto: Preparad
el camino del Señor; enderezad sus sendas. Todo valle será terraplenado, todo
monte y cerro rebajado; y los caminos torcidos serán enderezados, y los
escabrosos allanados: y verán todos los hombres la salud de Dios. (vv.
3-6)
San Ambrosio
Hecho
el Verbo, siguió la voz. El Verbo obra primero en el interior, y la voz es
como su eco. Por ello se dice: "Y vino por toda la ribera del
Jordán".
Orígenes, in
Lucam. 21
La
palabra Jordán quiere decir el que baja y el río de agua saludable baja de
Dios. ¿Por qué otro lugar convenía que anduviese el Bautista, sino por las
cercanías del Jordán, para que, si alguno quería hacer penitencia,
inmediatamente lo llevase su humildad a aquella corriente a recibir el
bautismo de penitencia? Y añade: "Predicando el bautismo de penitencia
para remisión de los pecados".
San
Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20
Por
este relato se ve, que San Juan, no sólo predicó el bautismo de penitencia,
sino que también lo administró a muchos; pero no pudo dar su bautismo para
remisión de los pecados.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 10
No
habiéndose ofrecido aún el divino sacrificio, y no habiendo bajado el
Espíritu Santo, ¿cómo había de concederse el perdón de los pecados? Por lo
cual ¿qué es lo que dice San Lucas: "Para remisión de los pecados"?
Los judíos eran ignorantes, y por ello, no pensaban en sus propias culpas.
Pero como ésta era la causa de todos sus males -para que conociesen sus
pecados, y pudiesen buscar al Redentor- vino San Juan exhortándolos a que
hiciesen penitencia, para que, convertidos a mejor vida por medio de la
penitencia, trabajasen solícitos a fin de recibir el perdón. Por eso,
habiendo dicho que vino predicando el bautismo de la penitencia, añadió:
"Para remisión de los pecados". Como si dijera: Los persuadía a
hacer penitencia para que pudieran alcanzar con más facilidad el perdón
subsiguiente, creyendo en Jesucristo. Porque si no eran llevados por la
penitencia, de ningún modo podrían obtener la gracia, sino solamente la
preparación para recibir la fe de Jesucristo.
San
Gregorio, Magno, homiliae in Evangelia, 20
Se dice
que San Juan predicaba el bautismo de penitencia para remisión de los
pecados, porque él no podía dar el bautismo que limpia de los pecados, y así
como precedía al Verbo encarnado del Padre con el verbo de la predicación,
así también debía preceder con su bautismo -que no perdona los pecados- al
bautismo de penitencia, por medio del cual éstos se perdonan.
San
Ambrosio
Por eso
muchos presentan a San Juan como tipo de la ley; porque ésta podía denunciar
el pecado, pero no perdonarle.
San
Gregorio Nacianceno, oratione, 39
Para
que podamos establecer de algún modo la diferencia entre uno y otro bautismo,
diremos que Moisés bautizó, pero con agua, bajo la nube y en el mar, siendo
su bautismo una figura. San Juan bautizó también, no según el rito de los
judíos -esto es, sólo por el agua- sino también para remisión de los pecados;
pero no de una manera del todo espiritual (porque no añadió, por el
Espíritu). Jesús bautiza por el Espíritu, y esto es lo que constituye la
perfección. Hay también un cuarto bautismo, realizado por el martirio y la
sangre, por el que Jesús fue bautizado también, y el cual es mucho más
venerable que los otros, en tanto, cuanto que no es manchado con repetidas
caídas. Hay también un quinto bautismo que es el de lágrimas, más laborioso
que los anteriores, como fue el de David, que todas las noches regaba su cama
y su habitación con sus lágrimas.
Y
prosigue: "Como está escrito en el libro del profeta Isaías: Voz del que
clama en el desierto" ( Is 40.).
San
Ambrosio
Con
toda propiedad se llama voz a San Juan, porque es el precursor del Verbo,
puesto que la voz, que es inferior, precede, y el Verbo, que la aventaja, la
sigue.
San
Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, hom. 20
También
clama en el desierto, porque anuncia el consuelo de la redención de Judea,
que entonces se hallaba como abandonada y destruida. Y declara por qué
clamaba diciendo: "Preparad el camino del Señor", etc. Todo el que
predica la verdadera fe y las buenas obras, ¿qué otra cosa hace más que
preparar los corazones de los que le oyen para el Señor que viene? Endereza
los caminos del Señor, formando en el ánimo pensamientos puros con la palabra
de la buena predicación.
Orígenes, in
Lucam, 21
O bien
se ha de preparar en nuestro corazón el camino al Señor; porque es grande y
espacioso el corazón del hombre, cuando está limpio. No quieras medirle por
el volumen del cuerpo, sino por el poder de la inteligencia, la cual recibe
la ciencia de la verdad. Prepara en tu corazón el camino al Señor, por medio
de una buena vida, y dirige la senda de ella por medio de obras nobles y
perfectas, para que la palabra de Dios discurra por ti sin ningún obstáculo.
San
Basilio
Y como
la senda es el camino que trillaron los que habían sido antes, y como los
primeros hombres la habían borrado, manda su palabra para que la enderecen
otra vez los que se habían separado del celo de aquéllos que les habían
precedido.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 20
No es
el rey, sino el precursor el que debe decir: "Preparad el camino del
Señor"; y por esto fue llamado voz, porque era el precursor del
Verbo.
San
Cirilo, lib. 3, in Isai. 40
Pero
alguno podría responder y decir: ¿Cómo habremos de preparar el camino al
Señor? ¿Cómo haremos derechas sus sendas, siendo así que hay tantos
impedimentos que estorban a los que quieren hacer una vida buena? La palabra
del profeta responde a esto. Hay ciertos caminos y sendas, que a propósito no
son para marchar, porque suben hasta las colinas o los montes, o bajan hasta
los despeñaderos. Obstáculos que remueve diciendo: "Los derrumbaderos se
rellenarán, y todo monte y colina se allanarán". Hay algunos caminos que
están trazados con desigualdad, porque tan pronto suben como bajan, haciendo
difícil la marcha por ellos. De éstos dice: "Los tortuosos serán
enderezados, y los caminos fragosos allanados". Se comprende que todo
esto ha sido hecho por el poder de nuestro Salvador; porque era difícil el
camino de la vida y del conocimiento del evangelio, a causa de que las
pasiones humanas embargaban las almas. Pero cuando Dios, hecho hombre,
destruyó el pecado en su carne, todo fue allanado, y se hizo fácil el camino,
no habiendo ya collado ni valle que sea obstáculo para los que quieran
caminar.
Orígenes, in
Lucam, 21
Cuando
vino, pues, Jesús y envió su Espíritu, todo valle fue rellenado con las
buenas obras y con los frutos del Espíritu Santo, poseyendo los cuales, no
solamente dejarás de ser valle, sino que empezarás a ser el monte de
Dios.
San
Gregorio Niceno, de Virginitate, 6
Tal vez
los llanos rodeados de montes, significan la práctica tranquila de las
virtudes, cuando habla de la semejanza de los valles, según las palabras del
Salmo: "Los valles abundarán en trigo" (Sal 64,14).
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 20
Cuando
habla del monte, a los cuales Jesucristo humilló se refiere a los orgullosos
y a los soberbios. Llama collados a los desesperados, no solamente por la
soberbia de su espíritu, sino por lo estéril de la desesperación, puesto que
el collado no produce fruto ninguno.
Orígenes, in
Lucam, 22
Debe
comprenderse que los montes y los collados son las potestades enemigas, que
fueron destruidas por la venida de Cristo.
San
Basilio
Así
como los collados se diferencian de los montes por la magnitud, siendo
iguales en lo demás, así las potestades enemigas se parecen en los
propósitos, pero se diferencian por la crueldad de sus ofensas.
San Gregorio
Magno, homiliae in Evangelia, hom. 20
El
valle, cuando se llena, crece, y el monte y el collado, cuando se desmontan,
disminuyen; así la gentilidad recibió la plenitud de la gracia en la fe de
Jesucristo, y Judea perdió por el error de su perfidia la altura, por la cual
se había ensoberbecido. Porque los humildes reciben el don, que los corazones
de los soberbios rechazan.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 10
Tal vez
con estas palabras manifiesta la dificultad de la ley, convertida en la
facilidad de la fe, como si dijera: no amenazan ya trabajos ni dolores,
porque la gracia y el perdón de los pecados facilitan el camino que conduce a
la salvación.
San
Gregorio Niceno, de Virginitate, 6
Quizás
manda que se rellenen los valles, y que se allanen los collados y los montes,
queriendo manifestar que la virtud ordenada no debe alterarse por exceso ni
por defecto.
San
Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, hom. 20
Los
caminos torcidos se enderezan, cuando el corazón de los malos, torcido por la
injusticia, se dirige según la regla de la justicia, y los caminos escabrosos
se convierten en llanos, cuando las almas duras e iracundas vuelven a la
suavidad de la mansedumbre, por la infusión de la divina gracia.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 10
Después
expone la causa de todo esto, diciendo: "Y verá toda carne",
etcétera. Manifestando que la virtud y el conocimiento del Evangelio se
extenderán hasta el fin del mundo, aun entre aquéllos de costumbres salvajes
y de voluntades rebeldes, convirtiendo a la mansedumbre y a la dulzura las
feroces costumbres y la obstinada voluntad del género humano. Y no solamente
los judíos serán sus prosélitos, sino toda la humanidad verá la salud de
Dios.
San
Cirilo, lib. 3, in Isai., 40
Es
decir, la salud del Padre que envió a su Hijo como Salvador nuestro. En la
actualidad se entiende por carne a todo el género humano.
San
Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, hom. 20
Toda
carne, o todo hombre no ha podido ver la salud de Dios (esto es, a
Jesucristo) en esta vida, y por tanto, el profeta extiende su mirada hasta el
día del juicio, cuando todos le verán, tanto los escogidos como los réprobos.
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