TIEMPO DE ADVIENTO
DOMINGO III DE
ADVIENTO. CICLO C: Lc 3, 2b-3.10-18.
Comentario extraído de CATENA AUREA de Santo Tomás de Aquino.
El año décimoquinto del imperio de Tiberio César,
gobernando Poncio Pilato la Judea, siendo Herodes tetrarca de la Galilea, y
su hermano Filipo tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconítida, y
Lisanias tetrarca de Abilene, hallándose Sumos Sacerdotes Anás y Caifás, el
Señor hizo entender su palabra a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. (vv.
1-2)
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20
Se designa el tiempo en que el precursor de nuestro
Redentor recibió la misión de predicar el Divino Verbo, haciendo mención del
jefe de la República de Roma y de los reyes de Judea, cuando se dice:
"El año décimo quinto de Tiberio César, gobernando Judea Poncio Pilatos,
siendo Herodes tetrarca de Galilea", etc. Como venía para anunciar a
Aquel que había de redimir a muchos, tanto de entre los judíos como entre los
gentiles, se señala el tiempo de su predicación con el nombre del rey de las
naciones y de los príncipes de los judíos. Pero como que los gentiles habían
de ser reunidos, se dice que gobernaba uno solo la República romana con estas
palabras: "Del imperio de Tiberio César".
Griego
Muerto el monarca Augusto, de quien los príncipes tomaron
el nombre de Augusto, le sucedió Tiberio en el gobierno de la monarquía, y se
encontraba en el año décimoquinto de su gobierno.
Orígenes, in Lucam, 21
Y en las profecías anunciadas sólo a los judíos se
describe únicamente el reino de ellos. "La visión, dice, de Isaías en
tiempo de Osías, Joatán, Achám y Ezequías, reyes de Judá" ( Is 1,1).
Pero en el Evangelio, que debía predicarse a todo el mundo, se hace mención
del dominio de Tiberio César, que era quien mandaba en todo el orbe. Porque
si hubieran de salvarse solamente los que eran gentiles, era lo suficiente el
haber hecho mención de solo Tiberio. Pero como convenía que los judíos
creyesen, era preciso describir también los reinos de los judíos, o sea las
tetrarquías, como se expresa en las palabras siguientes: "Gobernando
Poncio Pilatos la Judea, siendo Herodes tetrarca", etc.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20
Como Judea debía ser disuelta por su perfidia, eran muchos
los que gobernaban las distintas regiones en que se había dividido, conforme
a la siguiente sentencia ( Lc 11,17): "Todo reino dividido en
partidos contrarios quedará destruido".
Beda
Pilatos, enviado el año duodécimo del imperio de Tiberio
César a Judea, se encargó del gobierno del pueblo, y allí permaneció por
espacio de diez años continuos hasta casi el fin de Tiberio. Herodes, Filipo
y Lisanias, eran hijos de aquel Herodes en cuyo tiempo nació el Señor, entre
los que se encontraba el mismo Herodes Arquelao, hermano de éstos, que reinó
diez años, y que, acusado por los judíos ante Augusto, fue desterrado a
Viena, en donde murió. Este mismo Augusto fue el que dividió el reino de Judea
en tetrarquías para hacerlo menos fuerte.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20
Como San Juan anunciaba al que había de ser a la vez Rey y
Sacerdote, el evangelista San Lucas señaló el tiempo en que predicó, no sólo
con los nombres de los reyes, sino con el de los sacerdotes. Dice, pues:
"Hallándose Sumos sacerdotes Anás y Caifás".
Beda
Los dos (esto es, Anás y Caifás) eran príncipes de los
sacerdotes, cuando San Juan empezó su predicación, pero Anás ejerció en aquel
año, y Caifás, cuando fue crucificado Nuestro Señor. En medio del pontificado
de estos, hubo otros tres sumos sacerdotes, pero el evangelista sólo hace
mención de los que mandaban en el tiempo de la pasión del Señor. Suspendidos
los preceptos de la ley, no se concedía el honor del pontificado al mérito ni
a la clase, confiriéndose el sumo sacerdocio por la potestad romana. Refiere
Josefo, que Valerio Grato nombró pontífice a Ismael, hijo de Bafo (cuando se
le quitó el sumo sacerdocio a Anás), pero que también a éste se le quitó poco
después, nombrando en su lugar a Eleázaro, hijo del pontífice Ananías. Un año
después, separándolo del cargo, nombró para que le sucediese a un tal Simón,
hijo de Caifás, quien lo desempeñó no más de un año, teniendo por sucesor a
Josefo, (a quien también se le da el nombre de Caifás). Y así se describe
todo el tiempo en que Nuestro Señor Jesucristo estuvo predicando, o sea el
periodo de cuatro años.
San Ambrosio
Antes de congregar a la Iglesia, obra el Hijo de Dios en
su siervo, y por ello se dice oportunamente: "El Señor hizo entender su
palabra a Juan", etc. Con el objeto de que la Iglesia no empezase por un
hombre, sino por el mismo Divino Verbo. Con toda oportunidad lo compendia así
San Lucas, para expresar que Juan era profeta diciendo: "El Señor hizo
entender su palabra a Juan", sin añadir ni una palabra más, porque el
que está lleno de la palabra de Dios, no necesita de su propio juicio. De
este modo, con una sola palabra lo declaró todo. Pero San Mateo y San Marcos
quisieron señalar al profeta por el vestido, por el ceñidor y por el
alimento.
San Juan
Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 10
Se dice aquí que fue enviado el Verbo de Dios, porque el
hijo de Zacarías no vino por su voluntad, sino movido por Dios.
Teofilacto
San Juan estuvo oculto en el desierto todo el tiempo que
precedió a su manifestación, que es por lo que dice: "en el
desierto", para que los hombres no tuviesen ninguna clase de sospecha,
de que si atestiguaba tales cosas de Cristo, era a causa de su parentesco, o
de una amistad contraída desde sus más tiernos años; y esto lo atestigua él
mismo diciendo ( Jn 1,31): "Yo no le conocía".
San Gregorio Niceno, de Virginitate, 6
El que había venido a la vida en el espíritu y la virtud
de Elías, estaba separado del trato de los hombres, y entregado a la
contemplación de las cosas invisibles, para no acostumbrarse a los engaños de
este mundo, que entran por los sentidos, y de este modo evitar incurrir en
alguna confusión o error, respecto del conocimiento del varón bueno, a quien él
precedía. Y por tanto, fue elevado a tal altura de gracias divinas, que
mereció de ellas más que los profetas; porque limpio y exento de toda pasión
natural, desde el principio hasta el fin, se consagró a la contemplación
divina.
San Ambrosio
El desierto es también la misma Iglesia, porque ya son
muchos más los hijos de la que había sido desechada, que de aquélla que tenía
marido ( Is 54,1). Y ahora ha venido el Verbo divino para que la
tierra, que antes estaba desierta, produzca frutos para nosotros.
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Y vino por toda la ribera del Jordán, predicando un
bautismo de penitencia, para remisión de los pecados, como está escrito en el
libro de las palabras del profeta Isaías: Voz del que clama en el desierto:
Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas. Todo valle será
terraplenado, todo monte y cerro rebajado; y los caminos torcidos serán
enderezados, y los escabrosos allanados: y verán todos los hombres la salud
de Dios. (vv. 3-6)
San Ambrosio
Hecho el Verbo, siguió la voz. El Verbo obra primero en el
interior, y la voz es como su eco. Por ello se dice: "Y vino por toda la
ribera del Jordán".
Orígenes, in Lucam. 21
La palabra Jordán quiere decir el que baja y el río de
agua saludable baja de Dios. ¿Por qué otro lugar convenía que anduviese el
Bautista, sino por las cercanías del Jordán, para que, si alguno quería hacer
penitencia, inmediatamente lo llevase su humildad a aquella corriente a
recibir el bautismo de penitencia? Y añade: "Predicando el bautismo de
penitencia para remisión de los pecados".
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20
Por este relato se ve, que San Juan, no sólo predicó el
bautismo de penitencia, sino que también lo administró a muchos; pero no pudo
dar su bautismo para remisión de los pecados.
San Juan
Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 10
No habiéndose ofrecido aún el divino sacrificio, y no
habiendo bajado el Espíritu Santo, ¿cómo había de concederse el perdón de los
pecados? Por lo cual ¿qué es lo que dice San Lucas: "Para remisión de
los pecados"? Los judíos eran ignorantes, y por ello, no pensaban en sus
propias culpas. Pero como ésta era la causa de todos sus males -para que
conociesen sus pecados, y pudiesen buscar al Redentor- vino San Juan
exhortándolos a que hiciesen penitencia, para que, convertidos a mejor vida
por medio de la penitencia, trabajasen solícitos a fin de recibir el perdón.
Por eso, habiendo dicho que vino predicando el bautismo de la penitencia,
añadió: "Para remisión de los pecados". Como si dijera: Los
persuadía a hacer penitencia para que pudieran alcanzar con más facilidad el
perdón subsiguiente, creyendo en Jesucristo. Porque si no eran llevados por
la penitencia, de ningún modo podrían obtener la gracia, sino solamente la
preparación para recibir la fe de Jesucristo.
San Gregorio, Magno, homiliae in Evangelia, 20
Se dice que San Juan predicaba el bautismo de penitencia
para remisión de los pecados, porque él no podía dar el bautismo que limpia
de los pecados, y así como precedía al Verbo encarnado del Padre con el verbo
de la predicación, así también debía preceder con su bautismo -que no perdona
los pecados- al bautismo de penitencia, por medio del cual éstos se
perdonan.
San Ambrosio
Por eso muchos presentan a San Juan como tipo de la ley;
porque ésta podía denunciar el pecado, pero no perdonarle.
San Gregorio Nacianceno, oratione, 39
Para que podamos establecer de algún modo la diferencia
entre uno y otro bautismo, diremos que Moisés bautizó, pero con agua, bajo la
nube y en el mar, siendo su bautismo una figura. San Juan bautizó también, no
según el rito de los judíos -esto es, sólo por el agua- sino también para
remisión de los pecados; pero no de una manera del todo espiritual (porque no
añadió, por el Espíritu). Jesús bautiza por el Espíritu, y esto es lo que
constituye la perfección. Hay también un cuarto bautismo, realizado por el
martirio y la sangre, por el que Jesús fue bautizado también, y el cual es
mucho más venerable que los otros, en tanto, cuanto que no es manchado con
repetidas caídas. Hay también un quinto bautismo que es el de lágrimas, más
laborioso que los anteriores, como fue el de David, que todas las noches
regaba su cama y su habitación con sus lágrimas.
Y prosigue: "Como está escrito en el libro del
profeta Isaías: Voz del que clama en el desierto" ( Is 40.).
San Ambrosio
Con toda propiedad se llama voz a San Juan, porque es el
precursor del Verbo, puesto que la voz, que es inferior, precede, y el Verbo,
que la aventaja, la sigue.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, hom. 20
También clama en el desierto, porque anuncia el consuelo
de la redención de Judea, que entonces se hallaba como abandonada y
destruida. Y declara por qué clamaba diciendo: "Preparad el camino del
Señor", etc. Todo el que predica la verdadera fe y las buenas obras,
¿qué otra cosa hace más que preparar los corazones de los que le oyen para el
Señor que viene? Endereza los caminos del Señor, formando en el ánimo
pensamientos puros con la palabra de la buena predicación.
Orígenes, in Lucam, 21
O bien se ha de preparar en nuestro corazón el camino al
Señor; porque es grande y espacioso el corazón del hombre, cuando está
limpio. No quieras medirle por el volumen del cuerpo, sino por el poder de la
inteligencia, la cual recibe la ciencia de la verdad. Prepara en tu corazón
el camino al Señor, por medio de una buena vida, y dirige la senda de ella
por medio de obras nobles y perfectas, para que la palabra de Dios discurra
por ti sin ningún obstáculo.
San Basilio
Y como la senda es el camino que trillaron los que habían
sido antes, y como los primeros hombres la habían borrado, manda su palabra
para que la enderecen otra vez los que se habían separado del celo de
aquéllos que les habían precedido.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 20
No es el rey, sino el precursor el que debe decir:
"Preparad el camino del Señor"; y por esto fue llamado voz, porque
era el precursor del Verbo.
San Cirilo, lib. 3, in Isai. 40
Pero alguno podría responder y decir: ¿Cómo habremos de
preparar el camino al Señor? ¿Cómo haremos derechas sus sendas, siendo así
que hay tantos impedimentos que estorban a los que quieren hacer una vida
buena? La palabra del profeta responde a esto. Hay ciertos caminos y sendas,
que a propósito no son para marchar, porque suben hasta las colinas o los
montes, o bajan hasta los despeñaderos. Obstáculos que remueve diciendo:
"Los derrumbaderos se rellenarán, y todo monte y colina se
allanarán". Hay algunos caminos que están trazados con desigualdad,
porque tan pronto suben como bajan, haciendo difícil la marcha por ellos. De
éstos dice: "Los tortuosos serán enderezados, y los caminos fragosos
allanados". Se comprende que todo esto ha sido hecho por el poder de
nuestro Salvador; porque era difícil el camino de la vida y del conocimiento
del evangelio, a causa de que las pasiones humanas embargaban las almas. Pero
cuando Dios, hecho hombre, destruyó el pecado en su carne, todo fue allanado,
y se hizo fácil el camino, no habiendo ya collado ni valle que sea obstáculo
para los que quieran caminar.
Orígenes, in Lucam, 21
Cuando vino, pues, Jesús y envió su Espíritu, todo valle
fue rellenado con las buenas obras y con los frutos del Espíritu Santo,
poseyendo los cuales, no solamente dejarás de ser valle, sino que empezarás a
ser el monte de Dios.
San Gregorio Niceno, de Virginitate, 6
Tal vez los llanos rodeados de montes, significan la
práctica tranquila de las virtudes, cuando habla de la semejanza de los
valles, según las palabras del Salmo: "Los valles abundarán en
trigo" ( Sal 64,14).
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 20
Cuando habla del monte, a los cuales Jesucristo humilló se
refiere a los orgullosos y a los soberbios. Llama collados a los
desesperados, no solamente por la soberbia de su espíritu, sino por lo estéril
de la desesperación, puesto que el collado no produce fruto ninguno.
Orígenes, in Lucam, 22
Debe comprenderse que los montes y los collados son las
potestades enemigas, que fueron destruidas por la venida de Cristo.
San Basilio
Así como los collados se diferencian de los montes por la
magnitud, siendo iguales en lo demás, así las potestades enemigas se parecen en
los propósitos, pero se diferencian por la crueldad de sus ofensas.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, hom. 20
El valle, cuando se llena, crece, y el monte y el collado,
cuando se desmontan, disminuyen; así la gentilidad recibió la plenitud de la
gracia en la fe de Jesucristo, y Judea perdió por el error de su perfidia la
altura, por la cual se había ensoberbecido. Porque los humildes reciben el
don, que los corazones de los soberbios rechazan.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 10
Tal vez con estas palabras manifiesta la dificultad de la
ley, convertida en la facilidad de la fe, como si dijera: no amenazan ya
trabajos ni dolores, porque la gracia y el perdón de los pecados facilitan el
camino que conduce a la salvación.
San Gregorio Niceno, de Virginitate, 6
Quizás manda que se rellenen los valles, y que se allanen
los collados y los montes, queriendo manifestar que la virtud ordenada no
debe alterarse por exceso ni por defecto.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, hom. 20
Los caminos torcidos se enderezan, cuando el corazón de
los malos, torcido por la injusticia, se dirige según la regla de la
justicia, y los caminos escabrosos se convierten en llanos, cuando las almas
duras e iracundas vuelven a la suavidad de la mansedumbre, por la infusión de
la divina gracia.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 10
Después expone la causa de todo esto, diciendo: "Y
verá toda carne", etcétera. Manifestando que la virtud y el conocimiento
del Evangelio se extenderá hasta el fin del mundo, aun entre aquéllos de
costumbres salvajes y de voluntades rebeldes, convirtiendo a la mansedumbre y
a la dulzura las feroces costumbres y la obstinada voluntad del género
humano. Y no solamente los judíos serán sus prosélitos, sino toda la
humanidad verá la salud de Dios.
San Cirilo, lib. 3, in Isai., 40
Es decir, la salud del Padre que envió a su Hijo como
Salvador nuestro. En la actualidad se entiende por carne a todo el género
humano.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, hom. 20
Toda carne, o todo hombre no ha podido ver la salud de
Dios (esto es, a Jesucristo) en esta vida, y por tanto, el profeta extiende
su mirada hasta el día del juicio, cuando todos le verán, tanto los escogidos
como los réprobos.
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Y decía Juan a las turbas que venían a recibir su
bautismo: "Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado que podréis huir de la
ira que os amenazaba? Haced dignos frutos de penitencia, y no andéis
diciendo: Tenemos por padre a Abraham, porque os digo que de estas piedras
puede hacer Dios nacer hijos a Abraham. La segur ya está puesta en la raíz de
los árboles; así que todo árbol que no da buen fruto, será cortado y echado
al fuego". (vv. 7-9)
Orígenes
Todo aquel que permanece en su primitivo estado, no dejando
sus antiguas costumbres ni sus hábitos, no viene en debida forma a recibir el
bautismo. Por tanto, si alguno quiere bautizarse, que salga. Por lo cual dice
terminantemente: "Y decía a las gentes que venían a recibir su
bautismo"; es decir a las gentes que salían por el bautismo; porque si
lo hubieran recibido ya, nunca les hubiese dicho: "Raza de
víboras".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom.11
Este morador del desierto, viendo que los que habitaban la
Palestina lo rodeaban y admiraban, no se doblegaba por tanto respeto, sino
que levantándose contra ellos los reprendía. La Sagrada Escritura en el
Génesis
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 10
, impone a los hombres, según las pasiones que los
dominan, los nombres de algunas fieras. Así llama perros a los
desvergonzados, caballos a los lujuriosos, asnos a los locos, leones y
leopardos a los voraces y petulantes, áspides a los engañosos, y serpientes y
víboras a los venenosos y astutos. De aquí que San Juan se atreva a llamar a los
judíos raza de víboras.
San Basilio, Contra Eunomium, 2
Conviene saber que engendrado e hijo se dice de los
animales, en tanto que "genimen" (germen o raza) puede llamarse al
feto antes que se forme, también se llama germen al fruto de las palomas, pero
rara vez se usa de estos nombres para los animales, y siempre en mal
sentido.
Crisóstomo, in Matth., hom. 12
Dicen que la víbora mata al macho al fecundarla, cuya cría
al nacer desgarra el vientre de su madre, como vengándose de la muerte de su
padre; así que la prole de la víbora es parricida. Tales eran los judíos, que
mataban a sus padres espirituales y a los doctores. Mas ¿por qué los llamaba
así no hallándoles en el pecado, sino empezando a convertirse? ¿No debía
acariciarlos en vez de injuriarlos? Debe creerse que no daba fe a lo que
hacían exteriormente, porque conocía los secretos de su corazón, por
habérselo revelado Dios. Se jactaban ellos demasiado de sus progenitores, y
para destruir esta raíz los llama raza de víboras, sin vituperar por ello a
los patriarcas, ni llamarlos víboras.
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia. 20
Porque envidiaban a los buenos y los perseguían, siguiendo
el camino de sus padres carnales, como hijos envenenados nacidos de padres
envenenados y ponzoñosos. Y lo que precede se refiere a que toda carne verá a
Jesucristo en el juicio final, añade con razón: "¿Quién os ha enseñado
que podréis huir de la ira que os amenaza?" La ira que os amenaza es la
advertencia de la última venganza.
San Ambrosio
Se les recomienda la prudencia por la misericordia de
Dios, para que teman con prudente sumisión el terror del juicio final, y
hagan penitencia de sus pecados. O tal vez, según lo que se lee en San Mateo:
"Sed prudentes como la serpiente" ( Mt 10,16),
manifiestan tener prudencia natural los que preven lo que es útil y lo buscan
espontáneamente; pero que aún no se separan de lo que es perjudicial.
San Gregorio, homilia in Evangelia 20
Como entonces no podrá huir de la ira de Dios el pecador,
que no recurre ahora al llanto de la penitencia, añade: "Haced dignos
frutos", etc.
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 12
No es bastante para los que hacen penitencia el renunciar
a sus pecados, sino que necesiten también hacer frutos dignos de esa misma
penitencia, según lo que se lee en el Salmo: "Sepárate de lo malo, y
practica lo bueno" ( Sal 33,15), como no es bastante para
curar una herida el sacar de ella la saeta, sino que además es preciso
aplicar medicinas a la llaga. No dice fruto, sino los frutos, dando a
entender que han de ser abundantes.
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20
Y no solamente dice frutos de penitencia, sino que han de
ser dignos de penitencia. Así, pues, al que no haya hecho nada ilícito, se le
concede que use de lo lícito; pero el que ha pecado debe abstenerse de lo
lícito en tanto que se acuerde de haber cometido lo ilícito; porque los
frutos de las buenas obras no son iguales para el que ha faltado menos que
para el que ha faltado más, para el que no ha cometido culpa ninguna, que
para el que ha cometido algunas. Por tanto, cada cual, según su conciencia,
debe procurar adquirir tanto mayores méritos de buenas obras por la
penitencia, cuanto más graves sean los daños que se ha causado por la
culpa.
Máximo
Se entiende por fruto de penitencia la impasibilidad del
alma, de la que no gozamos plenamente mientras somos agitados por las
pasiones, puesto que aún no hemos hecho dignos frutos de penitencia. Hagamos
penitencia en realidad, para que libres de las pasiones obtengamos el perdón
de los pecados.
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20
Pero los judíos, vanagloriándose por la nobleza de su
origen, no querían reconocerse como pecadores, porque descendían de Abraham;
por lo cual el Evangelista les dice oportunamente: "Y no andéis
diciendo: Tenemos por padre a Abraham".
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 12
No da a entender con esto que no descendiesen de Abraham
según el orden de la naturaleza, sino que de nada les aprovecharía el
descender de él, si no honraban su parentesco según la virtud. La Sagrada
Escritura acostumbra a llamar leyes de parentesco, no aquéllas que consisten
en la naturaleza, sino las que proceden de la virtud o del vicio. Así, pues,
se llama hijo o hermano al que se parece a ellos.
San Cirilo
¿Qué es en efecto la nobleza carnal, si no se sustenta con
hechos semejantes? Es, pues, en vano el vanagloriarse de tener antepasados
nobles, si no se tiene las virtudes.
San Basilio
La ligereza del padre no hace que un caballo sea veloz en
su carrera; que así como en los demás animales se considera como bueno aquél
que se distingue de los de su clase, así también tiene el hombre su propia
alabanza en la prueba que da de sus méritos presentes. Es torpe querer
adornarse con honores ajenos, cuando falta la virtud propia.
San Gregorio Niceno
Una vez publicado el destierro de los judíos (o vaticinada
su reprobación), trata inmediatamente el evangelista de la vocación de los
gentiles, a quienes llama piedras, por lo cual sigue: "porque os
digo", etc.
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 12
Como diciendo: No creáis que, aun cuando perezcáis
vosotros, el patriarca quedará sin hijos; porque Dios también puede
presentarle hombres sacados de las piedras, y hacerlos de su sangre. Así
sucedió desde el principio; porque hacer salir hombres de las piedras
equivale a hacer nacer hijos del seno estéril de Sara.
San Ambrosio
Y si bien Dios puede convertir y transformar las
naturalezas, con todo veo en ello mas bien un misterio que un milagro: ¿qué
otra cosa más que piedras eran aquéllos que adoraban a las piedras? Sus
ídolos eran semejantes a aquéllos que las habían labrado. Profetiza, pues,
que la fe habría de infundirse en los corazones de piedra de los gentiles, y
les promete por medio del oráculo divino, que habrán de convertirse en hijos
de Abraham. Para que se comprenda que los hombres son comparados con las
piedras, los compara también con los árboles, cuando añade: "la segur ya
está puesta en la raiz de los árboles". Cambia, pues, de ejemplo, para
hacernos entender por estos grados de comparación un progreso ya del hombre
más noble.
Orígenes, in Lucam, 23
Y ciertamente, si la consumación se acercase y también el
fin de los tiempos, no habría dificultad para mí, pues diría que se anunciaba
esto porque iba a cumplirse entonces. Pero habiendo pasado tantos siglos
después de haber dicho esto el Espíritu Santo, juzgo que se profetizó
respecto del pueblo de Israel, porque estaba próxima su destrucción. Entre
otras cosas decía a aquellos que iban a él para que los bautizase, lo que
sigue.
San Cirilo
Llama segur en el caso presente, a la ira mortífera que
había de venir de Dios sobre los judíos, por haber saciado su impiedad sobre
Jesucristo. Y no dice que la hoz haya penetrado en la raíz, sino que está
puesta en la raíz (esto es, junto a ella), porque ramas fueron cortadas, sin
que la planta quedara extirpada de raíz, puesto que los restos de Israel han
de salvarse.
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20
De otro modo, el árbol de este mundo es todo el género
humano. La hoz es nuestro Redentor, quien como por el mango y el hierro es
asido por la humanidad, aun cuando corta por la Divinidad. Y está puesta la
hoz en la raíz del árbol, porque aun cuando espera con paciencia, se ve, sin
embargo, lo que ha de hacer. Y debe advertirse que dice que la hoz está
puesta, no junto a las ramas, sino junto a la raíz, porque cuando los hijos
de los malos son sacrificados, ¿qué otra cosa se hace más que cortar las
ramas infructuosas del árbol? Pero cuando se sacrifica a toda una raza con su
padre, se corta de raíz el árbol infructuoso. Además, todo el que es perverso
encuentra preparado el fuego del infierno, porque no ha querido hacer frutos
de buenas obras.
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 12
Con suma propiedad dice: "Que no da fruto", y
añade "bueno", porque Dios crió al hombre para que trabajase, y el
trabajo constante es natural en él (o lo que es lo mismo, es natural que
trabaje), así como el ocio es contra su naturaleza, porque es perjudicial a
todos los miembros del cuerpo, y aun más al alma, puesto que como ella es
naturalmente movible, no puede sufrir el ocio. Pero así como el ocio es malo,
también lo es el ejercicio cuando se emplea en hacer el mal, y por esto,
después de hablar de la penitencia, anuncia que la hoz está puesta; no que
está cortando, o que ya ha cortado, solamente para inspirar terror o
amenazando.
San Ambrosio
Haga fruto de gracia aquel que pueda, haga penitencia el
que deba hacerla, porque está presente el Señor que busca el fruto, vivifica
a los fecundos y reprende a los estériles.
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Y preguntándole las gentes: "¿Qué es, pues, lo que
debemos hacer?" Les respondió diciendo: "El que tiene dos vestidos
dé al que no tiene ninguno, y haga otro tanto el que tiene qué comer". Y
vinieron también a él publicanos para que los bautizase, y le dijeron:
"Maestro, y nosotros, ¿qué debemos hacer?" Respondióles: "No
exijáis más de lo que os está ordenado". Le preguntaban también los
soldados: Y nosotros, ¿qué haremos?" A éstos dijo: "No maltratéis a
nadie, ni le calumniéis, y contentaos con vuestras pagas". (vv.
10-14)
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20
Consta por las precedentes palabras de Juan Bautista que
se turbaron los corazones de los oyentes que le pedían al Bautista consejo,
como se ve por lo que sigue: "Y preguntándole, etc."
Orígenes, in Lucam, 23
Tres clases de personas preguntan a San Juan acerca de su
salvación: Una a quien la Escritura llama turba, otra a quien llama
publicanos, y la tercera la comprendida bajo el nombre de soldados.
Teofilacto
Previene a los publicanos y a los soldados que se
abstengan de obrar mal, pero a las turbas -como no tenían malicia- les mandó
que hiciesen algo bueno, por lo cual prosigue: "Les respondía diciendo:
El que tiene dos vestidos, dé", etc.
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20
Como la túnica nos es más necesaria que la capa
corresponde a un digno fruto de penitencia que partamos con el prójimo no
sólo lo que no nos es necesario, sino también lo necesario, como el vestido
que nos ponemos, o el alimento con que vivimos materialmente, según se ve en
las palabras: "Y haga otro tanto el que tiene que comer".
San Basilio
Aquí se nos enseña que todo lo que nos sobra, después de
cubrir nuestras propias necesidades, estamos obligados a darlo por Dios a
aquel que no tiene, porque El es el que nos ha dado todo lo que
tenemos.
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20
Porque está escrito en la ley: "Amarás a tu prójimo
como a ti mismo" ( Lev19,18), no puede decirse que ama a su prójimo
el que no parte con él, en caso de necesidad, aun aquello que le es
necesario: por esto se nos dice que demos al prójimo una túnica cuando
tengamos dos; porque, si sólo tenemos una y la dividimos, ninguno se viste.
De todo esto debemos aprender cuanto sea el valor que tienen las
obras de misericordia, cuando se nos prescribe entre todas las otras como
dignos frutos de penitencia.
San Ambrosio
Para cada estado hay preceptos particulares; pero el de la
misericordia es común para todos, por tanto a todos se les manda que den al
que no tiene. La misericordia es la perfección de las virtudes; sin embargo,
la misericordia se mide según la posibilidad de cada uno, para que nadie se
prive de todo lo que tiene sino que dé parte de ello al pobre.
Orígenes, in Lucam, 23
Este pasaje tiene un sentido más profundo, porque así como
no debemos servir a dos señores, tampoco debemos tener dos vestidos, para que
así no sea uno de hombre viejo, y otro del nuevo; sino que debemos desnudar
al hombre viejo y dar su vestido al que está desnudo. Así uno tiene uno, pero
el otro no tiene ninguno, y nos fortaleceremos contra el enemigo. Y como está
escrito que precipitemos nuestros pecados en lo profundo del mar,
así conviene alejemos de nosotros los vicios y los pecados, y los arrojemos
sobre aquel que fue causa de que los cometiéramos.
Teofilacto
Alguno interpreta esto de las dos túnicas, por el espíritu
y la letra de la Escritura; y San Juan aconseja al que tiene las dos que
instruya al ignorante y le enseña por lo menos la letra.
Beda
Se demuestra el gran valor que tiene la palabra del
Bautista, cuando obligó a los publicanos, y los soldados a que le pidiesen
consejo respecto de su salvación, por lo que sigue: "Y vinieron también
a él publicanos", etc.
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 24
Grande es el poder de la virtud, cuando los ricos buscan
en el pobre el camino de la felicidad.
Beda
Les manda que no exijan más de lo que les está prescrito.
Por lo cual sigue: Les respondió: "No exijáis más de lo que os está
ordenando". Se llaman publicanos los que recaudan las contribuciones
públicas, o los que arriendan los impuestos del fisco o de las rentas
públicas, y también los que obtienen ganancia por medio de los negocios de la
vida; a todos los cuales, según su oficio, aparta igualmente de todo fraude,
para que desde luego no deseen los bienes ajenos, y lleguen después a
repartir los suyos con el prójimo. Prosigue: "Le preguntaban también los
soldados", etc. Les aconseja una templanza justa, para evitar que
calumnien ni exijan botín de aquellos a quienes debieran ayudar con sus
pagas. De aquí prosigue: Y les dijo: "No hagáis extorsiones a nadie
(esto es, por violencia), ni lo calumniéis (a saber, por malicia fraudulente)
y contentaos con vuestras pagas".
San Ambrosio
Enseña por tanto que el ejército tiene sueldo señalado,
para impedir que merodee o robe.
San Gregorio Nacianceno, oratio 19
Llama sueldo a la provisión del emperador y a los premios
que por ley se daban a los jefes.
San Agustín, contra Faustum, 22, 74
Sabía pues, que cuando aquéllos obraban como soldados, no
eran homicidas, sino ministros de la ley, no vengadores de injurias, sino
defensores de la tranquilidad pública. Porque de otro modo les hubiese
contestado: Abandonad las armas, dejad la milicia, no hiráis, no maltratéis,
ni matéis a nadie. ¿Qué es lo que hay de culpable en la guerra? ¿Acaso la
muerte de los que han de morir, para que manden en paz los que han de vencer?
Vituperar esto es propio de los temerosos, no de los religiosos. El deseo de
dañar, la venganza cruel, el ánimo duro e implacable, la ferocidad cuando se
pelea, el deseo de dominar, y otras cosas semejantes, he aquí lo que se
considera culpable en la guerra; para castigar lo cual, resistiendo a la
violencia de los enemigos (por mandato de Dios, o de algún poder legítimo),
los buenos emprenden guerras cuando se encuentran en un orden de cosas que
los obliga a mandar hacer la guerra o a obedecer la orden de hacerla.
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 11
Cuando hablaba a los publicanos y a los soldados San Juan
quería elevarlos a conocimientos más profundos; pero como todavía no estaban
preparados para ello, les enseña cosas menos importantes; porque no hubiesen
entendido lo primero y hubiesen quedado privados de lo último.
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Mas opinando el pueblo que quizá Juan era el Cristo y
prevaleciendo esta opinión en los corazones de todos, Juan lo rebatió
diciendo públicamente: "Yo en verdad os bautizo con agua; mas está para
venir otro más poderoso que yo, al cual no soy digno de desatar la correa de
sus zapatos: El os bautizará con el Espíritu Santo, y con el fuego. Tomará en
su mano el bieldo, y limpiará su era, metiendo después el trigo en su
granero, y quemando la paja en un fuego inextinguible". (vv.
15-17)
Orígenes, in Lucam, 25
Era justo que se distinguiese a San Juan más que a los
demás hombres, porque todos vivían de una manera muy diferente; por lo cual
lo amaban con mucha razón, aunque traspasando los límites de la caridad. Dice
así el evangelista: "Mas opinando el pueblo que quizá Juan
era...".
San Ambrosio
¿Qué cosa más absurda que pensar que está en otro, y no
creer que está en sí mismo? De quién juzgaban que había de nacer de una
mujer, no creen que haya venido de una virgen; y en verdad que la señal de la
venida del Salvador se había fijado en el parto de una virgen y no en el de
una mujer.
Orígenes, in Lucam, 25
El amor tiene sus peligros, si traspasa su límite. El que
ama a otro debe examinar la naturaleza de su amor y la causa por la que ama,
y no debe amar más que lo que la persona amada merece, porque si traspasa los
límites y el modo de la caridad, tanto el que ama como el que es amado
pecarán.
Griego
Por lo cual San Juan no se vanaglorió por la opinión que
todos habían formado de él, ni siquiera pareció apetecer el primado, sino que
abrazó la más profunda humildad. Y prosigue: "Juan la rebatió",
etc.
Beda
¿Cómo les respondió sabiendo que pensaban en su interior
que era Cristo, sino porque no sólo pensaban, sino que además le habían
enviado sacerdotes y levitas a preguntarle si efectivamente era el Cristo,
según refiere el otro evangelista?
San Ambrosio
San Juan conocía los secretos del corazón; pero examinemos
en virtud de qué gracia; porque es el don de Dios quien revela, no el poder
humano, quien ve más auxiliado de Dios, que de su esfuerzo natural. Respondió
inmediatamente y probó que él no era el Cristo, pues obraba por un ministerio
visible. Porque como constaba de dos dimensiones, esto es, de alma y de
cuerpo, se consagra el misterio de un modo visible en lo visible y de un modo
invisible en lo invisible. Así el cuerpo se lava con el agua, y los pecados
del alma con el espíritu; aunque en la misma fuente se halla un soplo de la
gracia del Señor; por tanto una cosa fue el bautismo de la penitencia y otra
el de la gracia. Este bautismo es de penitencia y de gracia, el otro es
solamente de penitencia. La obra del hombre consiste en hacer penitencia de
sus pecados, el don de Dios en obrar la gracia del misterio. Queriendo evitar
la envidia que le tendrían si creyesen que era Dios, manifestó no sólo con
palabras sino con obras, que él no era el Cristo. Así que dice: "Mas
está por venir otro más poderoso que yo", etc. Y no hace comparación al
hablar así, porque no puede haberla entre el Hijo de Dios y el hombre; sino
que dice que, aunque muchos son fuertes, ninguno lo es más que Cristo. En
fin, lejos de hacer comparación, añade: "Al cual no soy digno de desatar
la correa de sus zapatos", etc.
San Agustín, De consensum Evangelistarum., 2, 12
San Mateo dice: "No soy yo digno de llevarle las
sandalias" ( Mt 3,11). Ahora, si viniese al caso entender
"llevarle las sandalias", en sentido diferente que "desatar la
correa de sus zapatos", de modo que un evangelista haya dicho una cosa y
los demás otra, todos sin embargo han referido la verdad; y si San Juan, al
hablar del calzado del Señor, intentó sólo mostrar la excelencia de Este y la
humildad suya, cualquiera de estas cosas que hubiera dicho, ya desatar las
correas de sus zapatos, o ya llevarle las sandalias, hubiera venido a decir
lo mismo, e igualmente los otros evangelistas, porque haciendo mención del
calzado, se expresa la misma humildad.
San Ambrosio
Diciendo: "No soy yo digno de llevarle las
sandalias" manifiesta que se ha dispensado la gracia de predicar el
Evangelio a los apóstoles, que están calzados por el Evangelio. Parece por
tanto, que San Juan dice esto porque representa al pueblo judío.
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 7
Dice que él no es digno de desatar la correa de sus
zapatos, como si dijese: Yo no puedo quitar el calzado de los pies del
Redentor, porque no usurpo para mí, el nombre de esposo que no merezco.
Porque era costumbre entre los antiguos, que cuando alguno no quería recibir
por mujer aquella que le correspondía, le desataba el calzado el que se
casaba con ella por derecho de parentesco. O porque el calzado se hace de
pieles de animales muertos, habiendo encarnado nuestro Señor, apareció como
calzado, porque tomó para sí la mortalidad de nuestra corrupción. La correa
del calzado es, pues, como el nudo del misterio; así San Juan no puede
desatar la correa del calzado, porque no puede comprender el misterio de la
encarnación, que conoció por el espíritu de profecía.
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 11
Y como había dicho que su bautismo no tenía más que agua,
da por consiguiente a conocer la excelencia del bautismo que administrará
Jesucristo, cuando añade: "El os bautizará con el Espíritu Santo y con
el fuego"; manifestando por medio de esta metáfora la abundancia de la
gracia. No dice, pues: Os dará el Espíritu Santo, sino os bautizará, y por lo
que añade del fuego, manifiesta la virtud de la gracia. Y así como Jesucristo
llama agua a la gracia del Espíritu, manifestando por la palabra agua la
pureza que produce a la vez que el inmenso consuelo que introduce en nuestras
almas; y así San Juan con la palabra fuego expresa el fervor y la rectitud de
la gracia, como también el fin de los pecados.
Beda
Puede entenderse con la palabra fuego el Espíritu Santo,
porque abrasa por el amor y por la sabiduría, ilumina los corazones que llena
por lo que los apóstoles recibieron el bautismo del Espíritu Santo por medio
de un fuego visible. Hay quienes exponen esto así porque al presente debemos
ser bautizados por el Espíritu Santo, y en lo futuro por medio del fuego,
porque así como renacemos por el agua y el Espíritu a la gracia así entonces
seremos purificados de ciertas manchas leves por el bautismo del fuego del
purgatorio.
Orígenes, in Lucam, 25
Y así como San Juan esperaba junto al río Jordán a los que
iban a bautizarse y rechazaba a algunos llamándolos: "Raza de
víboras" ( Mt 3,7), recibía a los que confesaban sus pecados,
así nuestro Señor Jesucristo estará junto al río de fuego con la espada
ardiente para bautizar en él y llevar al paraíso a todo el que desee ir a él
después de esta vida y que necesite ser purificado; pero no bautizará con
este fuego al que no tenga señal de los anteriores bautismos.
San Basilio, liber de Spiritu Sancto
No porque diga: "Os bautizará en el Espíritu
Santo", hemos de creer completo el bautismo, en el que se invoca sólo el
nombre del Espíritu; pues conviene guardar siempre la tradición en lo que se
refiere a la gracia vivificante. Porque añadir o disminuir cualquier cosa,
excluye de la vida eterna; que así como creemos, así recibimos el bautismo en
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Griego
Diciendo: "Bautizará en el Espíritu Santo",
manifiesta la abundancia de la gracia y la riqueza del beneficio. Mas para
que nadie piense que el es potestad y voluntad del Creador derramar
beneficios y no, castigar a los desobedientes, añade: "Tomará en su mano
el bieldo", manifestando que no sólo es generoso con los buenos, sino
también vengador con los malos. El bieldo manifiesta la prontitud del juicio,
porque en un sólo instante y sin intervalo de tiempo, separará a los
condenados de los que han de salvarse.
San Cirilo
En cuanto a lo que añade: "Y limpiará su era",
dice con ello el Bautista que la Iglesia pertenece a Jesucristo como a su
Señor.
Beda
Se entiende por era la Iglesia presente, en la que son
muchos los llamados y pocos los escogidos ( Mt 20,16). La limpieza
de esta era se hace ahora en particular, cuando algún perverso es arrojado de
la Iglesia por sus pecados públicos en virtud de castigo sacerdotal, o cuando
es condenado después de su muerte por la severidad divina a causa de sus
faltas ocultas, y generalmente se cumplirá en el fin, cuando el Hijo del
hombre envíe a sus ángeles para que limpien su reino de todo escándalo
( Mt 13,41).
San Ambrosio
Por el bieldo se declara el derecho del Señor de
distinguir los méritos de cada uno, porque al aventar los granos en la era,
se separan los vacíos de los que están llenos como si así lo dispusiera el
viento. De aquí, prosigue: "Metiendo después el trigo en su
granero", etc. El Señor manifiesta por esta comparación que distinguirá
en el día del juicio los verdaderos méritos y los frutos de la virtud, de la
infructuosa liviandad, de las malas acciones y de la vanidad, llevando a la
mansión celeste a los hombres de mérito más perfecto, que son los que más se
asemejan a él, que cayó como el grano de trigo en la tierra para producir
abundantes frutos ( Jn 12).
San Cirilo
Por medio de las pajas representa a los perezosos y a los
vanos que se agitan movidos por el viento del pecado.
San Basilio
Ellos sirven a los que son dignos del reino de los cielos
como la paja al trigo, y aunque no lo hagan en vista de la caridad de Dios y
del prójimo, los sirven con dones espirituales y beneficios temporales.
Orígenes, in Lucam, 26
Como el trigo y la paja no pueden separarse sin el viento,
tiene el bieldo en su mano, para demostrar que unos son trigo y otros paja.
Si eres paja ligera (esto es, incrédulo), te mostrará la tentación lo que
eres sin saberlo; si por el contrario, resistes firmemente a la tentación, no
es la tentación la que te hace fiel y sufrido, sino la que pone de manifiesto
la virtud que en ti estaba oculta.
San Gregorio Niceno
Conviene saber que los dones varias veces prometidos a los
que viven honestamente no pueden explicarse por medio de palabras; porque ni
el ojo los vio, ni el oído las oyó, ni los comprendió el corazón humano; ni
guardan proporción las penas de los pecadores con nada de lo que al presente
afecta a nuestros sentidos, pues aun cuando algunas de ellas se expresen con palabras,
difieren mucho, sin embargo; así cuando oímos decir fuego, se nos hace
conjeturar al añadir "inextinguible", circunstancia que no tiene el
nuestro.
San Gregorio Magno, Moralia. 15, 14
Se expresa de una manera admirable el fuego del infierno.
En efecto, nuestro fuego material se alimenta por medio de leñas amontonadas,
y no subsiste si no se le alimenta; el del infierno, por el contrario, aunque
sea materia en cuanto quema físicamente a los réprobos lanzados en él, no se
alimenta con leñas, sino que una vez encendido nunca se apaga.
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Muchas cosas, además de estas, anunciaba al pueblo en las
exhortaciones que le hacía. Y como reprendiese al tetrarca Herodes por razón
de Herodías, mujer de su hermano, y con motivo de todos los males que había
hecho, Herodes añadió a todos ellos el de poner a Juan en la cárcel. (vv.
18-20)
Orígenes, in Lucam, 27
San Juan había anunciado a Jesucristo, predicaba el
bautismo del Espíritu Santo y las demás cosas que refiere la historia del
Evangelio. Fuera de estas cosas, se indica que anunció otras muchas en lo que
sigue: "Muchas cosas otras, además de éstas, anunciaba al
pueblo".
Teofilacto
Su exhortación era la buena doctrina, y por ello se llama
Evangelio.
Orígenes, in Lucam, 27
Y así como en el Evangelio de San Juan se dice que de
Cristo dijo muchas otras cosas, así en el presente lugar debe entenderse lo
que dice San Lucas, que San Juan había dicho cosas más grandes de lo que
puede creerse. Admiramos a San Juan, porque era el mayor entre los nacidos de
mujer, y porque había llegado a una altura tal por los méritos de sus
virtudes, que muchos lo tuvieron por Cristo; pero es mucho más admirable que
no temiese a Herodes, ni se asustase ante la muerte, por lo cual prosigue:
"Y como reprendiese al tetrarca Herodes", etc.
San Eusebio
Se llama tetrarca para diferenciarlo de aquel Herodes que
reinaba cuando nació Jesucristo: aquél era rey, y éste tetrarca 1. Aquél
tenía por mujer a la hija de Areta, rey de la Arabia, con la que (siendo
mujer de su hermano Filipo) se casó, cometiendo adulterio, puesto que ya
tenía hijos de su hermano, y esto era lícito sólo a aquéllos cuyos hermanos
morían sin sucesión. El Bautista había reprendido esto a Herodes. Este oía
con suma atención en un principio sus exhortaciones, porque las encontraba
razonadas y llenas de consuelo; pero la concupiscencia de Herodes lo obligaba
a despreciar las palabras del Bautista, por lo que lo encerró en la cárcel.
Por esto se dice: "Añadió a todos ellos el de poner a Juan en la
cárcel".
Beda
Según el Evangelio de San Juan, el Bautista no fue
encarcelado entonces, sino después que Jesucristo hizo algunos milagros, y
después que se extendió la fama de su bautismo. San Lucas lo refiere antes de
tiempo para hacer ver cuánta era la malicia de Herodes, el cual, viendo que
por la predicación de Juan acudían muchos, que sus soldados iban creyendo,
que los publicanos hacían penitencia, y que todo el vulgo pedía el bautismo,
él, por el contrario, no sólo despreció a San Juan, sino que lo encarceló y
lo mató.
Glosa
Antes de ocuparse de los hechos de Jesucristo, dice San
Lucas que Juan había sido preso por Herodes, para demostrar que sólo va a
describir lo que hizo el Señor, especialmente después de aquel año en que San
Juan fue preso y degollado.
Notas
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