SENTENCIAS DE AMMA TEODORA
(continuación)
12- Amma Teodora dijo: “Ama el silencio más que la conversación, el silencio es el tesoro de los monjes, la conversación lo gasta".
13- Y decía: “Nosotras, que hemos hecho los votos monásticos, debemos salvaguardar nuestra castidad. Los laicos, a veces, pueden también custodiar la pureza, pero para ellos la castidad tiene relación con el cuerpo, en cambio que para nosotras es el valor integral del cuerpo y del alma. Sus sentimientos son faltos de la pureza”.
14- Decía además:”Un león es una aparición horrible para los asnos salvajes, así como un monje que practica la hesiquia y el silencio lo es para los pensamientos lujuriosos”.
15- Amma Teodora dijo:”El ayuno para el monje es como las bridas de un caballo. Bastaría llevarlas menos rígidas para que en el caballo se despertase su sementalidad”.
16- Dijo todavía:”El monje enjuto por el ayuno aleja del alma los abismos de las pasiones y seca los torrentes de la lujuria”.
17- Amma Teodora dijo:”El monje casto, venerado sobre la tierra, será coronado de gloria en los cielos ante Dios”.
18- Y dijo:”El monje que no consigue frenar la lengua, en el momento de la muerte conocerá toda su vergüenza”.
19- Y continuó diciendo:”El pecado de gula es el padre de la lujuria. Aquel que sabe dominar el vientre sabrá detener la lengua, todas las pasiones y la concupiscencia”.
20- Amma Teodora decidió no beber agua durante cuarenta días. Cuando hacía caldo, después de haber lavado la taza, tiraba el agua y la ponía ante sí misma. Melania le preguntó: “¿Por qué haces esto?” Teodora respondió: “Para resistir con mayor ardor, ya que tengo sed, y recibir después del Señor un reconocimiento más grande”.
21- Y decía: “La riqueza del alma es la hesiquia, el silencio y el ayuno. Busquemos adquirir estas tres virtudes para salvar nuestra alma”.
22- Amma Teodora decía: “La hesiquía, el silencio, librarse de las cosas del mundo y la lectura de las enseñanzas de la Sagrada Escritura generan el temor de Dios y la castidad. La enseñanza divina es la oración continua: ¡Señor mío, Jesucristo, olvida mis pecados, perdóname!¡Hijo de Dios ayúdame!”.
Contunuará en próxima publicación.
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