SENTENCIAS DE AMMA TEODORA
42-Dijo una vez: “Quien siga toda la ley divina, pero se someta a una sola pasión, caerá luego en todas las otras pasiones”.
43- Amma Teodora decía:” La hesiquia mejora nuestras costumbres y nuestros sentimientos, nos hace buenos, nos enseña a realizar toda virtud con cuidado y atención. Quien busca la hesiquia es amado por Dios, que se convierte en refuerzo de sus virtudes y su gran defensor. En cambio, de quien huye de elle no hay nada que decir, pues se encuentra entre los demonios y acabará en los ¡ay! en el día del juicio”.
44- Y dijo:” La hesiquia es el patrón del discernimiento, no da ninguna oportunidad a su mente de vagar con pensamientos inútiles y deseos desagrables. El hesicasta tiene una visión angélica de la tierra. Quien practica la hesiquia por amor a Dios, desea siempre la lectura, la salmodia, el silencio, la oración, y con estas virtudes aleja del alma la tristeza y la pusilanimidad. El hesicasta eleva su voz a Dios:”¡Salvado está mi corazón, oh Dios, salvado está mi corazón!”. El hesicasta dice: “Yo duermo, pero mi corazón vigila”.
45- Amma Teodora dijo además: “Quien tiene deseos de practicar la hesiquia por Dios cerrando la puerta de la celda, tiene que cerrar también la mente y la boca para no pensar y no hablar de cosas vanas. Tiene que, por amor a Dios, aceptar y sufrir todos los dolores. Quien no trabaje bien y no luche contra el espíritu de la melancolía, no podrá nunca librarse de la tristeza. Estando en la celda, escruta todos tus pensamientos, así sabrás cómo, de dónde y cuándo llegarán y cuántos serán los ladrones que buscarán arruinar las virtudes que tú has recogido. Si permaneces fiel a la hesiquia, las cosas irán bien, si tu mente se vuelve hacia cualquier cosa del mundo, lo perderás todo. ¿Qué ventaja tendrías? Quien quiera permanecer en la hesiquia debe huir de todos, los suyos y los extraños”.
46- Una vez Amma Teodora dijo:” Una joven noble después de haber visto un apuesto joven se inflamó de un deseo diabólico y sucumbió. Unos días después, volvió en sí, reflexionó, se arrepintió de su pecado y se fue secretamente de su ciudad, vestida con un hábito de hombre. Vino a mí, después de un camino difícil y fatigoso y pidió una celda. Comía una vez cada dos días, excepto el sábado y el domingo. Teníamos íntimos coloquios. No vio nunca a ninguna otra persona y se sometió a una prueba tan dura que solamente la voz la hacía reconocible como ser humano. Pasados veinte años, bajo mis ojos indignos, se fue a Dios en paz”.
47- Amma Teodora explicaba de Abba Isaías:”Un día le visitó un monje. Después de tener un coloquio con él, se puso alabarles los pies. Después echó un puñado de lentejas en la cazuela, la puso sobre el fuego y acto seguido la retiró llevándola rápidamente al monje, el cual dijo: Abba, ¡pero si no están cocidas! El Abba Isaías respondió:”¿No es suficiente que hayas visto solamente una llamarada? ¡No es pequeña la consolación!”.
48- Añadió: “Una vez el Abba Isaías, sujetando es su mano un ramo de olivo, fue con su discípulos a la era de un campesino y dijo:-¡Patrón, dame un poco de grano! El campesino preguntó:-¿Lo has segado tú? –No- respondió el Abba. El campesino dijo:-Entonces ¿cómo osas pedirme grano sin haber segado? El Abba Isaías preguntó:-¿Es verdad que quien no siega no recibe ninguna recompensa? El campesino respondió:- ¿No has oído nunca las palabras del Señor de que el operario tiene derecho a su alimento? ¿Y tú, Abba, sin haber trabajado pretendes una recompensa? Después de estas palabras el anciano se retiró. Sus discípulos, que habían visto lo ocurrido, de rodillas le preguntaron:-¿Por qué has actuado de este modo? El anciano respondió: -Hijos míos, lo he hecho por vuestro bien, para daros un ejemplo que os haga entender que si no trabajáis ahora, en el futuro no podréis esperar ninguna recompensa en el justo juicio. Os advierto, que nadie se engañe creyendo obtener ayuda en el día del juicio. Por eso hasta cuando podáis trabajar resistid al maligno y no sucumbiréis nunca, de esta forma será vencido y huirá.”
49- Y dijo además: “Una vez los ladrones entraron en la celda de Abba Isaías. Dos de ellos le forzaban el brazo y el tercero le robaba todo lo que tenía el monje. Pero cuando comenzaron a llevarse los libros, el Abba dijo:- Todo aquello que está en la celda lo podéis coger, pero-os lo pido-dejadme los libros. Los ladrones no los dejaron. Entonces el Abba enderezó sus brazos y los echó como si fueran juncos de paja y dijo:¡Id en paz! Y se fueron atemorizados”.
50- Amma Teodora dijo que una vez había interrogado a Abba Isaías en relación con las palabras del Apóstol: “Vigilad atentamente sobre vuestra conducta, comportaos no como hombres necios, sino con sabiduría, aprovechando el tiempo presente, porque los día son malos”. Y él respondió:”El Apóstol nos instruye sobre el negocio espiritual y, ¿te llegará el tiempo de los insultos? ¡Recupéralo, recupéralo con la humildad y la paciencia! ¿Vendrá el día del deshonor? Recupéralo con la bondad y obtendrás provecho. ¿Vendrá el momento en que serás acusado injustamente? Compénsalo, repara con la mansedumbre. De esta forma todo aquello que va en tu contra podrás rescatarlo y será para ti provechoso”.
51- Amma Teodora dijo todavía: ”Abba Isaías me repetía: El hombre prudente calla. Está bien que los jóvenes lo sepamos. Por eso, hija mía, debes saber que cuando uno decide entregarse a la hesiquia, inmediatamente llega el diablo con su chusma para hacer sufrir su alma con la melancolía, la desesperación, y malos y sórdidos pensamientos; golpea el cuerpo con el agotamiento, la debilidad de las manos y de los pies, en el intento de debilitar las fuerzas del cuerpo y del alma. Ahora que has escogido la hesiquia comienza a sentir el murmullo de tus pensamientos, es el diablo que te sugiere: ”No sigas, estás débil, no puedes con la severidad de las reglas monásticas, no tienes fuerzas ni para hacer las inclinaciones debidas”. Pero si tú vigilas, estos sugerimientos marcharán enseguida. Y explicó de un sabio monje que una vez, comenzando la oración según la regla, sintió en la cabeza un gran rumor y fue asaltado tan pronto por el calor como por el frío. Entonces se dijo a sí mismo: ”Antes de morir voy a hacer la oración”. Con esta idea se impuso hacer todas las oraciones según la regla. Apenas acabó la plegaria, los mareos se fueron. Desde aquel día el monje buscó siempre la oración para vencer toda clase de turbación”.
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